
PARASITISMO
Parasitismo , relación ecológica íntima entre dos organismos en la cual uno, el parásito, vive a expensas
del otro, el huésped, del que depende para sus requerimientos nutricionales y de otro tipo. Entre otras relaciones similares
se encuentran el comensalismo, en el que ninguna de las dos partes se beneficia, y el mutualismo, en el que
ambas partes obtienen beneficio. Sin embargo, estas categorías se mezclan entre sí y aparecen relaciones del tipo depredador-presa
intermedias; lo cual hace imposible una definición completa de parasitismo. Entre los parásitos se considera a los virus,
bacterias, protozoos, hongos, plantas y animales; entre sus huéspedes se pueden incluir todas las especies de organismos,
excepto los virus. Muchos parásitos utilizan dos o más huéspedes en sus ciclos de vida: un huésped final o definitivo y unos
huéspedes intermedios en los que desarrollan una parte de su ciclo vital. Los vectores son huéspedes intermedios, que transmiten
de forma activa a los parásitos de un huésped final a otro. Existen varias categorías de parásitos. Los microparásitos,
como por ejemplo, las bacterias y los protozoos, son pequeños y se multiplican dentro de sus huéspedes mientras que los macroparásitos,
como los gusanos filamentosos y los gusanos planos, son grandes y no se multiplican dentro de sus huéspedes definitivos. Los
endoparásitos, como las tenias, viven en el interior de sus huéspedes, mientras que los ectoparásitos, por ejemplo,
las pulgas, viven afuera. La relación puede ser temporal o permanente. La complejidad de la relación entre el huésped y el
parásito puede ser ejemplificada por el parásito que provoca la malaria. Se trata de un protozoo endoparásito permanente que
parasita células sanguíneas humanas y que se transmite a través de unos mosquitos que actúan como vectores. Los propios mosquitos
son también ectoparásitos temporales.
Muchos parásitos producen sólo pequeños daños en sus huéspedes
pero otros son patógenos graves. Entre los patógenos de plantas se incluyen plantas superiores, como el muérdago y la cuscuta;
hongos, como las royas y los tizones; y gusanos filamentosos, que atacan a árboles y a cultivos. Los parásitos de animales,
entre ellos los de la especie humana, son aún más importantes ya que se calcula que más de la mitad de los seres humanos hospedan
a una o más especies de parásitos, sobre todo en los trópicos. Las pérdidas sociales y económicas, en cuanto a muertes y enfermedades,
son incalculables. Los parásitos de la malaria afectan a 350 millones de personas y matan entre 2 y 3 millones cada año. Los
tripanosomas causan la enfermedad del sueño en África y la enfermedad de Chagas en América del Sur, y ambas afectan a casi
20 millones de personas. Los gusanos filamentosos infectan a más de 1.500 millones. Las filarias, que provocan las notables
deformaciones conocidas como elefantiasis, afectan a unos 100 millones. Otros protozoos, como Coccidia, causan estragos
en granjas de cría de aves de corral y la fiebre de las costas del este de África mata a millones de vacas cada año. Además,
las enfermedades que causan los gusanos reducen, de forma drástica, la productividad de vacas, ovejas y cerdos, y hacen que
millones de toneladas de carne resulten no aptas para el consumo. Algunos ectoparásitos, como las garrapatas, las pulgas,
los ácaros, los piojos y las sanguijuelas, no sólo causan irritaciones y heridas sino que también pueden transmitir enfermedades.
La peste, por ejemplo, es trasmitida por las pulgas. Otra gran variedad de parásitos afecta a muchos animales de interés comercial,
como gusanos de seda, peces de cría y los mariscos.
A causa de la estrecha relación huésped-parásito, los parásitos son
de gran interés para los ecólogos y los evolucionistas. Sin embargo, su mayor importancia radica en las enfermedades que originan
y en la enorme cantidad de esfuerzos que se emplean con el fin de controlarlos. Debido a que los parásitos están muy bien
adaptados a sus modos de vida, son difíciles de destruir. Todos ellos desarrollan estrategias para evitar los mecanismos de
defensa de sus huéspedes y muchos han conseguido ser resistentes a los medicamentos e insecticidas que se aplican para su
control


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